Este problema es, según mi experiencia, uno de los problemas frecuentes en la consulta de un fisioterapeuta, y sobre los que peores resultados se obtiene si es que se aborda de una forma convencional, atendiendo sólo al dolor y la contractura y no a sus causas.
Es cierto que es un problema que no suele ser grave, pero sí muy molesto y con tendencia a la cronicidad y que sirve de base para futuros problemas más graves en la columna cervical y lumbar.
¿POR QUÉ SE PRODUCE?
De forma clásica siempre se culpabiliza para justificar esta dolencia, a las posturas en labores domésticas, en el ordenador, a la falta de ejercicio, al exceso de ejercicio… Sin embargo los factores mecánicos suelen ser la gota que colma el vaso, ya que estás contracturas dorsales o inter-escapulares se deben casi siempre a el reflejo de un órgano alterado o en disfunción, no hablo de un órgano enfermo sino de un órgano que no funciona bien, por una mala alimentación o/y por estrés.
Cuando el dolor dorsal se produce al lado derecho, se debe a la disfunción del hígado y la vesícula biliar. Si el dolor se produce al lado izquierdo se debe a una alteración del estómago en la mayoría de los casos y en escasas ocasiones al páncreas.
Cabe reseñar que en muchas ocasiones el primer y único síntoma de alteración de estos órganos se expresa con dolor y contractura en la zona dorsal, en la región entre los omoplatos.
¿CÓMO SE DEBE TRATAR ESTA DOLENCIA?
Las diferentes medidas físicas que aplica el fisioterapeuta son válidas, como el masaje, manipulaciones o desbloqueos vertebrales, estiramientos… Pero para obtener resultados rápidos y duraderos es necesario atender la causa, es decir la disfunción visceral.
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